viernes, 12 de febrero de 2010

Lombardos


Acabo de terminarme un libro sobre historia romana oriental (lo que viene llamándose «Imperio bizantino», de forma no demasiado acertada). Se titula Bizancio y lo ha escrito una tal Judith Herrin. No está mal, pero tiene un párrafo que me ha sentado como el culo:

[...] las fuerzas bárbaras iniciaron su conquista de la región italiana septentrional de Lombardía, pasando así a adquirir la denominación de lombardos.

Arghjhx. Por supuesto que fue al revés: Lombardía se llama así por la tribu germánica. Eso hace que sea un nombre de lo más evocador, como Borgoña (de los burgundios) o, si la teoría fuera cierta, que probablemente no lo sea, Andalucía (de los vándalos). Pero ¿será posible que una señora historiadora de las de publicar libros y pasar el cazo sepa tan poco de un pueblo que tuvo un contacto tan estrecho con Bizancio (su área de especialidad) y sobre todo de un pueblo tan... tan la polla?


Una vez comenté vía tuentil que los lombardos (o longobardos) son mi tribu germánica fetiche, y sospecho que quienes lo leyeron no me tomaron en serio, posiblemente porque la gente normal no suele tener una tribu germánica fetiche (aunque no sé qué tiene que ver la gente normal conmigo). Pero es la pura verdad, como demuestran algunos documentos gráficos antiguos. La razón de esto es muy simple: eran unos cracks.

Hell yeah

Para empezar, dicen sus tradiciones que el nombre se lo puso Odín cuando, al despertarse una mañana y ver a las mujeres de la tribu vestidas de guerreros con el pelo puesto en la cara, le preguntó a su esposa que quiénes eran los tipos esos de las barbas largas (o sea, esos longobardos). Mucho mejor que cualquier tontada sobre unos hermanos abandonados y una loba.

Eran tan notas que, cuando luchaban contra los ostrogodos como aliados de los bizantinos en Italia, el general Narsés tuvo que mandarlos para casa a la primera oportunidad porque eran demasiado desfasados y no controlaban. Y eso en una época en la que lo normal si se te resistía una ciudad era arrasarla por completo.

Y encima tuvieron al rey más puto amo de toda la alta Edad Media: Albwin (más conocido en castellano como Alboino, que mola bastante menos). Un personaje que, hacia 551, siendo un chaval, dirigió a los lombardos en la batalla de Asfeld contra los gépidos en la que mató al príncipe rival, Thurismod, y tuvo los santos cojones de irse inmediatamente a la corte del rey gépido Thurisind a pedirle una espada, ya que la costumbre lombarda exigía que un soberano extranjero le armara antes de que pudiera sentarse a la mesa de su padre, el rey Audwin. No contento con esa muestra de chulería, cuando el príncipe gépido Cunimund comparó a los lombardos con caballos por las vendas con las que se cubrían las piernas, Albwin le dejó todo roto diciéndole que se fuera a Asfeld a preguntarle a su hermano qué tal las coces que daban (**iceburn**). Y así y todo, se volvió a casa con la espada de Thurismod.

Fue coronado rey entre 560 y 565, y al momento se puso a guerrear contra Cunimund porque le caía gordo. Como los bizantinos se metieron por medio, la cosa quedó en nada, pero en 567 se alió con los ávaros y juntos destruyeron el reino gépido. Y, de nuevo, como era así de notas, decidió obligar a la hija de Cunimund, Rosamunda, a casarse con él. Al año siguiente, llegó a un acuerdo con Bayan Khan: los lombardos se iban a Italia y los ávaros se quedaban con sus tierras, pero si las cosas les iban mal se las tenían que devolver. No consta que a nadie se le escapara la risa durante las negociaciones.

Albwin invita a Rosamunda a una copa, pero esta no se quita toda la ropa

Ya en Italia, sólo Pavía opuso una resistencia seria, y de hecho su asedio duró tres años. Demostrando una vez más ser todo un personaje, Albwin juró que cuando entrara en la ciudad mataría a todo el mundo, que ya les valía, retrasarle de esa forma, pero a la hora de la verdad era un sol y se le iba la fuerza por la boca. Dicen que su caballo se negó a cruzar las puertas, y algún aprovechado le dijo que era una señal divina: no podría entrar hasta que no renunciara a su juramento. Así que Albwin, que al menos nominalmente era cristiano, se desdijo, hizo de Pavía su capital, y en paz.

Por desgracia, su sentido del humor no era apreciado por todo el mundo. En 572, celebrando un banquete, tuvo la feliz idea de hacer que le trajeran la copa que se había hecho con el cráneo de Cunimund, la llenó de vino y se la ofreció a su esposa Rosamunda, invitándola a «beber alegremente con su padre». Lo que hoy causaría furor en una película de Tarantino debió suscitar bastantes comentarios de «Tío, te has pasado», y al poco Rosamunda se las arregló para asesinarle, huyendo a la ciudad bizantina de Rávena junto con la hija de Albwin, Albswinda, y dejando a los lombardos hundidos en la mierda para los siguientes once o doce años. Albwin reinó relativamente poco tiempo porque era demasiado guay para este mundo, pero el reino lombardo que él fundó en Italia duró casi doscientos años.

Rosamunda demuestra su poco sentido del humor por medio de un sirviente

Más en serio, hay algo fascinante en la forma en la que la leyenda germánica se mezcla con la historia en la figura de Albwin. Pablo Diácono ya decía en el s. VIII que circulaban canciones sobre él entre lombardos, sajones y bávaros, pero lo que realmente hace que toda esta historia le conmueva a uno es el eco en un poema en inglés antiguo, Widsið:

Swylce ic wæs on Eatule mid Ælfwine, se hæfde moncynnes, mine gefræge, leohteste hond lofes to wyrcenne, heortan unhneaweste hringa gedales, beorhtra beaga, bearn Eadwines
«También estuve con Albwin en Italia, de toda la humanidad el que tenía, por lo que he oído, la mano más rápida para hacer cosas dignas de admiración y el corazón más generoso para repartir anillos y brazaletes brillantes, el hijo de Audwin»

Diossss. Germania. Hitler y los grupillos de viking metal no tienen ni idea de lo que están hablando.

2 comentarios:

Virginia dijo...

no sé qué es peor: si haber leído la entrada entera o que me haya gustado...
fuera del contenido histórico, me ha encantado eso de "la gente normal no suele tener una tribu germánica fetiche (aunque no sé qué tiene que ver la gente normal conmigo)."

Rober dijo...

¿Que te la has leído? Qué moral tienes... Gracias, gracias.